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El especial regreso de Ángel Di María al Maracaná, el estadio donde empezó a ser leyenda

-Te imaginás ir empatando y que entres y hagas el gol de la victoria. ¿Y encima picadito como en la final contra Nigeria?

-Y si soy titular puede pasar también, amor. Todo puede pasar. Solo Dios sabe todo amor.

Únicamente Dios sabía que a los 21 minutos y diez segundos de ese 10 de julio de 2021 la premonición de Jorgelina Cardoso tendría un asombroso nivel de acierto. Que aquel mensaje de WhatsApp enviado a Angel Di María por su esposa en la noche anterior a la final de la Copa América sería el punto cero de una historia de redención.

Porque mañana, Di María volverá con la Selección -¿como titular?- a ese mismo Maracaná en el que dio vuelta su realidad. Una novela que está transitando los últimos capítulos, pues este será para Angelito su último partido por Eliminatorias: él mismo adelantó que después de la próxima Copa América de los Estados Unidos concluirá su ciclo en la Mayor. Poniéndole un punto final a su tiempo, el que pasó de la tormenta a la gloria.

La suya y también la de la Argentina.

Ángel Di María, Jorgelina Cardozo y su familiaÁngel Di María, Jorgelina Cardozo y su familia

Porque aquella vaselina que se hundió en el fondo del arco de Ederson y que se metió en el corazón argento también empezó a escribir el Génesis de esta nueva era. Por capricho del destino circular se dio en el mismo estadio en el que Fideo sufrió por no poder estar ante Alemania, la del Mundial 2014 que se redimensionó por el título posterior en Qatar. Logro que quizás no hubiera existido sin ese primer paso.

Cambió la percepción del hincha argentino para con un futbolista al que las lesiones le habían metido injustas zancadillas y que fue pilar de la antigua camada. Una generación que no pudo quedarse con tres finales a las que casi nadie le adjudica mérito alguno.

Un Di María al que ahora le reconocen -es cierto: en muchos casos muy tarde- el esfuerzo de insistir y no querer rendirse. Incluso en tiempos de recambio, nunca se sintió afuera. Pensó en sí mismo como una ayuda hacia adelante, entendiéndose vigente -y vaya que lo sigue estando. Aunque entiende que es tiempo de otros.

El pensamiento de Di María sobre su futuro

Angelito, frente a Uruguay (EFE).Angelito, frente a Uruguay (EFE).

“Voy a tener 36 años para esta Copa América y, aunque sé que podría seguir estando, siento que también estoy quitando la posibilidad a los chicos que vienen detrás, que están empezando a venir a la Selección, tienen un gran potencial y merecen estar. Es el momento indicado para dar ese paso al costado”, razonaba hace unos días el propio futbolista de Benfica en Google Talks. Explicando en voz alta los motivos de su decisión de no proyectarse de albiceleste más allá del próximo torneo Conmebol.

Por eso esta vez el viaje a Río de Janeiro para Di María será con otro estatus. Como ícono que no sólo se ganó la ovación del Monumental y de la Bombonera: hasta el estadio de Newell’s gritó su apodo como una especie de mantra en la despedida de Maxi Rodríguez. Hito contracultural para el pensamiento binario que no suele permitir separar los tantos. Él lo logró.

Angelito pisará nuevamente ese sitio en donde nació la resurrección argenta y donde se inició la debacle brasileña. Y lo hará 11 meses y tres días después de su redención eterna: lo que empezó en Río siguió en Wembley y terminó en Lusail, con el penal que le cometieron ante Francia y su golazo viral exponiendo debilidades galas con un toque sutil que hizo estallar a todo un país.

Angel DI María 20-11-2023

Golazo de Di María para el 1-0 ante Brasil

Ante Brasil, ante lo indescifrable que es el arquitecto del destino, entonces Di María jugará su último partido de rigor Mundialista y en el cierre del primer año post Qatar. Contra un rival que está caído y necesita levantarse ante el verdugo que lo metió en este baile, y que dio tres vueltas olímpicas que le han servido de contraste negativo.

Angelito volverá. Si lo hará como titular, para robustecer el mediocampo sin perder desequilibrio o como una alternativa para herir en el segundo tiempo, lo definirá Scaloni. Su utilidad en cualquiera de los casos está probada, incluso cuando por giros literarios -que no se olvide: esto es leyenda- esperamos festejarlo como parte de la planilla inicial.

Pero de un modo u otro él regresará. Para pesar de ellos y para alegría nuestra. Es el que nos bendijo con su presencia. Y nos hizo festejar. El Ángel del Maracaná.


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