Retratos de un tiempo que parece mentira
Hace cuatro años, algo sucedido en Wuhan, China, llevó al mundo a vivir una distopía en tiempo real: la pandemia de coronavirus. Fue tan amplia, tan impactante y tan mortal, modificó tanto de un día para el otro pulso de la humanidad, que parece mentira. Todas las mañanas nos despertábamos con un informe oficial de contagiados y muertos (una cuenta progresiva que nos llenaba de angustia), mientras espiábamos las calles desiertas donde, según nos habían enseñado, un enemigo invisible se emboscaba en cada respiración, en cada contacto con el otro.
El argentino Alejandro Meter, fotógrafo y director del Departamento de Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales de la Universidad de San Diego, California, tuvo por aquellos días una idea desafiante: si todo era encierro y zoom, él retrataría escritores en su aislamiento y de manera virtual.
Meter montaba la cámara en un trípode, se conectaba con los autores a través de videollamadas y proyectaba la imagen sobre fondos de diferentes texturas. “Mediante esta técnica, intenté representar la nueva realidad fragmentada, distorsionada, pixelada y fuera de foco que nos tocó vivir”, dice.
El resultado es “Postales del confinamiento”, un libro extraordinario que editó este año la Universidad de Guadalajara, México. Cada foto viene acompañada por un texto breve del retratado en el que da cuenta de cómo atravesaba la pandemia.
El guatemalteco Eduardo Halfón dice que dedicó los dos meses de encierro en París a ser “casi exclusivamente” padre. “Escribir ya no me importaba, o no me importaba mucho, o me importaba menos que asegurarme de que mi hijo de tres años viviera su nueva realidad como si fuera una aventura”.
La argentina Inés Garland se propuso a fotografiar los pimpollos que daba su rosal amenazado por las hormigas, acaso como una muestra de resistencia vital.
La boliviana Giovanna Rivero fue atacada por lo que ella denomina “un monstruo”: “Bajó como un rayo de la región superior derecha de mi cráneo, atravesó como un cuchillo las desconocidas cavidades del oído y cortó fulminante la inocencia de mis encías”. No era Covid sino neuralgia del trigémino, una enfermedad “narrativa” según el neurólogo que la atendió, porque, vaya ironía tratándose de una escritora, sólo se puede diagnosticar a través de las palabras de quien la sufre.
El iraquí Zêdan Xelef vivió un aislamiento excepcional, incluso para un introvertido como él, y relata sus intentos para iniciar “charlas enmascaradas” con vecinos que le sonreían con la mirada y lo evitaban.
Junto a las imágenes oníricas, captadas e intervenidas por Meter, se reproducen testimonios, poemas, relatos y declaraciones de principios que parecen materiales de una pesadilla hecha de espera, incertidumbre, paranoia, dolor. Residuos emocionales de aquel tiempo en el que, como escribe la venezolana Jacqueline Goldberg, era “complicado respirar, creer, perseverar”.
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