El Conicet identificó evidencias de tres enfermedades en dinosaurios de la Patagonia
Científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) identificaron evidencias de enfermedades en dinosaurios que vivieron en la Patagonia a fines del periodo Cretácico, aproximadamente entre 90 y 70 millones de años atrás, en una investigación que sugiere «posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos» y enfermedades actuales, informó este miércoles el organismo.
«Este trabajo no solo expande nuestro conocimiento sobre la salud de los dinosaurios, sino que también destaca la presencia de enfermedades que persisten en la actualidad», sostuvo el primer autor del estudio, Mattia Antonio Baiano, investigador del Museo Municipal Ernesto Bachmann de Neuquén, quien participó en el marco de una beca posdoctoral del Conicet.
En este sentido, el estudio que fue publicado en la revista BMC Ecology and Evolution, sugiere «posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos y la investigación de enfermedades contemporáneas».
Las evidencias de enfermedades se observaron en tres especies (Elemgasem nubilus, Aucasaurus garridoi y Quilmesaurus curriei) de dinosaurios abelisáuridos, una familia de dinosaurios bípedos carnívoros, con huesos del cráneo con ornamentaciones, extremidades anteriores muy reducidas y un esqueleto axial rígido.
🦖 En el marco de una reciente investigación paleontológica, científicos del CONICET identificaron evidencias de enfermedades en tres especies de dinosaurios abelisáuridos que vivieron en la Patagonia a fines del periodo Cretácico.
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Tras realizar tres tipos de estudios con análisis microscópico de la estructura externa de los huesos, otro histológico para examinar cambios microscópicos y finalmente tomografías, los investigadores observaron tres tipos distintos de patologías.
El Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, el Elemgasem, se diagnostic|ó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación, y el Quilmesaurus mostró signos de una patología que no pudo ser determinada.
La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial, lo que permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos.
Uno de los resultados «más importantes» fue poder establecer, a partir del análisis estadístico, correlaciones entre algunas enfermedades y el estilo de vida de estos depredadores activos en el pasado, sostuvieron desde el Conicet en un comunicado.
Entre otros resultados, «se encontró que algunos grupos de dinosaurios terópodos, como los tiranosáuridos, presentaban marcas de mordiscos con infecciones, lo que hace suponer que estos depredadores poseían una conducta social intraespecífica muy agresiva» y «en los alosáuridos, la elevada presencia de fracturas en los huesos de las extremidades posteriores indicaría un estilo de vida activo».
«Es un trabajo muy interesante ya que reúne especialidades de diferentes investigadores e intenta descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurios», dijo Diego Pol, investigador del Conicet del Museo Paleontológico «Egidio Feruglio» de Chubut y otro de los autores del estudio.
El equipo de investigación, que también contó con la participación de Ignacio Cerda, investigador del Conicet en el Instituto de Investigación en Paleontología y Biología (IIPG), y Filippo Bertozzo, del Royal Belgian Institute of Natural Sciences (Bélgica), destacó que estudiar las enfermedades de los dinosaurios podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.