Estilo de vida

«Yo también tuve que pararle los pies a algún pulpo»


Miércoles, 14 de agosto 2024, 00:59

Fue elegida Mejor Modelo del Mundo en 1987 y hoy, además de una respetada coleccionista de arte moderno, es la creadora y empresaria de una marca de cosmética cuyo exitoso maquillaje corporal aterciopeló la piel de Margot Robbie en la película ‘Barbie’. Celia Forner (Valencia, 1966) es además desde este martes miembro del selecto club de Mallorquines de Verano, el premio otorgado en Palma por el hotel Valparaíso a los ilustres veraneantes de Mallorca que ejercen de embajadores espontáneos de la isla. Ideado por el imparable relaciones públicas mallorquín Tommy Ferragut, el prestigioso galardón cumplía anoche su décimo aniversario. Diandra Douglas, el exembajador estadounidense James Costos, Kyril de Bulgaria y Norma Duval son algunos de los famosos que atesoran este título.

Forner acudió con su marido, Francesco Venturi, propietario de la editorial Vendome Press, su hija Allegra y dos buenas amigas. Y recogió entre «agradecida y sorprendida» el trofeo en forma de palmera de vidrio soplado de Gordiola que le entregó Toni Ferrer, director general del GRPO Valparaíso Palace Hotel & Spa, un establecimiento repleto de historia y anécdotas en el que se han alojado desde monarcas a estrellas de Hollywood y que este año celebra su medio siglo de existencia.

El evento, uno de los más codiciados de la noche palmesana, se celebró como ya es tradicional en la terraza de la mítica suite 702, antiguo refugio veraniego de Julio Iglesias, con espectaculares vistas panorámicas sobre la bahía de Palma. «Mallorca para mí significa familia, tranquilidad, amigos…», explicaba Celia Forner. La exmodelo posee desde hace más de veinte años una finca rural cerca de Esporles, en la costa norte de la isla, una zona que también ha hechizado a Michael Douglas. «La casa la encontramos por casualidad, cuando mi marido preparaba un libro sobre posesiones mallorquinas. Estaba hecha una ruina. Nos pasamos siete años reformándola».

«Sufrí mucho ‘bullying’»

Hoy disfrutan de un extenso jardín y un huerto en el que plantan tomates, patatas, cebollas y berenjenas… «Mi padre era agricultor», proclama orgullosa Forner. También era un hombre muy leído que le contagió a su hija el amor por la literatura y la afición al ajedrez. Los padres de Celia Forner regentaban un restaurante en Silla, su pueblo natal, cuando ella, la mayor de cuatro hermanos, fue descubierta a los 18 años por el diseñador Antonio Alvarado.

Aquella jovencita sencilla, que de niña había sufrido «mucho ‘bullying’», tuvo que adaptarse muy rápido a su nueva vida de modelo internacional que la llevó de Barcelona a Tokio, París y Nueva York. «Todo está en la cabeza. Lo importante es la imagen que tienes de ti misma. Si tú estás bien en tu piel todo el mundo lo nota».

A sus 57, Celia Forner dice sentirse «de maravilla» en su piel. Pero no siempre fue así. Cuando tenía seis años una olla de agua hirviendo se le derramó sobre un pie. «Por poco me cae en la cara y en ese caso no estaríamos teniendo esta entrevista». El accidente le produjo quemaduras de tercer grado, la obligó a permanecer seis meses en la cama y le dejó visibles cicatrices que fueron objeto de burla… «Los niños pueden ser muy crueles. Cuando llegaba el verano y había que enseñar los pies para mí era el fin del mundo».

Deberes hechos

No por casualidad uno de los productos estrella de Alleven, la marca de cosmética que Forner creó hace unos años «partiendo de cero», es el maquillaje corporal que hoy confiesan utilizar muchas cantantes y estrellas de Hollywood, desde Rihanna y Zendaya a Emma Stone, Scarlett Johansson o Salma Hayek… «Y todo el elenco de ‘Barbie’ –añade ella–. Los actores de esa película iban rociados con mi ‘Colour Shield’ para el cuerpo».

Curiosa, inquieta y «muy disciplinada», Celia está convencida de que «bien gestionado, el tiempo da para todo». Tras dejar las pasarelas a finales de los 90, se formó en Historia del Arte en Christie’s y en Joyería en Sotheby’s. «He hecho mis deberes», recalca. Ella y su marido, padres de dos hijos, residen actualmente en Roma pero han vivido más de veinte años en Londres, donde Forner dirigió un proyecto de arte y joyería en el que participaron desde Louise Bourgeois a Paul McCartney. También publicó ‘Bedtime’, un lujoso libro de decoración que pasa revista a los dormitorios de las personalidades más relevantes de la historia. Y prepara otro similar, ‘Bathtime’, sobre los cuartos de baño.

Practica la meditación trascendental al menos veinte minutos al día. «Te limpia, es como una ducha para tu cerebro». Y anuncia un montón de proyectos futuros: «He tomado clases de canto, quiero hacer cabaret, tener un pequeño teatro de mi propiedad, aprender a tocar el piano…».

De su etapa de modelo conserva pocas pero buenas amigas, y el desagradable recuerdo de «algún pulpo al que tuve que pararle los pies y con el que no volví a trabajar». Forner desvela que en sus tiempos de top model era «timidísima, pero me ponía una coraza». El prestigioso fotógrafo Manuel Outumuro lo supo ver. «Eres tan tímida que a veces pareces borde», le dijo. «Los complejos son del todo innecesarios –concluye ella– Lo que te hace aprender es ponerte en duda».


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