economía estancada y un peligroso avance de la extrema derecha
El año 2023 que acaba de irse confirmó que Alemania es la gran enferma de Europa. La más grande e importante potencia de la Unión Europea de 27 países, cuarta a nivel mundial, ha concluido con un desilusionante -0,3% de su performance económica y los más optimistas anotan que en 2024 se podría registrar solo un magro resultado positivo en torno al 1,2%.
Como el gobierno del premier socialdemócrata Olaf Scholz es cada vez más impopular y los sondeos revelan que el futuro es de mayor desgaste, el fantasma concreto de un crecimiento peligroso de la extrema derecha ofrece un futuro dramático que se va extendiendo en todo el continente.
En estos días el país es alterado por miles de tractores que desfilan por las ciudades, cargados de campesinos que protestan porque el gobierno de centroizquierda les ha quitado beneficios fiscales. En Berlín, la capital, el jaleo fue importante.
En otras ciudades también hubo concentraciones importantes, que prosiguen, y registraron la presencia muy activa de los movimientos y partidos de extrema derecha. El más temido es Alternativa para Alemania (AFD). Nacido en 2013 como fuerza política contraria al aumento de la inmigración.
En algunas protestas, los oradores de la derecha más temida en una nación que fue arruinada por el régimen de Adolf Hitler hace casi 80 años, algunos oradores de extrema derecha no evitaron argumentos anti extranjeros y la reivindicación del caracter racial alemán.
«Identidad nacional» y expulsión de inmigrantes
En la movilización de Alternativa por Alemania en las protestas de apoyo a lo campesinos, se notó un especial énfasis de los ultramontanos sospechados de tintes de ideología nazi. La dirigente de Altervnativa, Aliicia Weidell, evocó las iniciativas de defensa de la identidad nacional. Suscitó escalofrías porque existe una iniciativa para crear un Estado al norte de África donde serían enviados hasta dos millones de inmigrantes.
Crece una campaña que reclama elecciones generales anticipadas que hundirían al gobierno “del semáforo”, así llamado porque resulta de una alianza entre socialdemócratas (rojo), Liberales (blanco) y Verdes.
Un sondeo señala que el 55% de los consultados es favorable a convocar a las urnas a los votantes en este país de 83 millones de habitantes donde crece el descontento.
Los analistas están seguros de que el gobierno no se consignará a un voto probablemente negativo. Pero la debilidad del “semáforo” puede reflejar el desgaste en el Bundestag, el Parlamento, y abrir las compuertas a negociaciones entre los partidos a nivel parlamentario. Alemania es un país federal donde las autoridades son elegidas por las Cámaras, de diputados y senadores.
En junio habrá elecciones en el Parlamento europeo que servirán en los 28 países miembros para medir los equilibrios de fuerzas a nivel nacional. Las derechas empujan para abrirse camino a un cambio inédito, que elimine las alianzas que gobiernan desde siempre a la Unión Europea. Históricamente es la alianza entre conservadores, centristas y socialistas la que domina, reivindicando la democracia liberal.
Tormentas políticas
Un avance importante de las derechas abriría un período de turbulencias políticas alimentadas por el estancamiento económico.
La cita que ya agita el panorama germano son las elecciones en tres estados del este del país: Sajonia, Branderburgo y Turingia. En los tres predomina Alianza por Alemania, con el 28%, que algunos sondeos elevan al 30%.
Además de los tres partidos oficialistas, en el centro del escenario está el bloque CDI/CDU, de matriz centrista católica, que es la primera fuerza política nacional. Este bloque histórico que ha gobernado durante muchos años, está aislado. Fue desplazado por la alternativa de los acuerdos entre socialistas, liberales y verdes.
Como todos gobernaron algunas veces juntos, la realidad difícil favorecería un reencuentro con los centristas cristianos, que miden en torno al un 35% de los votos, con una buena tenida en su fortaleza de Baviera.
Los problemas de impopularidad del gobierno “del semáforo” difunden una ola desestabilizadora que va mucho más allá de los confines alemanes, penetra en los socios de los 27 millones de aliados que son miembros de la Unión Europea. Ellos que soportan los daños de una Alemania que ha dejado de ser la protagonista del “milagro” económico y social, para sufrir ya dos recesiones después de atravesar una profunda crisis por la pandemia de de Covid, que castigó la salud y la economía alemanas en 2021-2022.
Tras el largo gobierno de la democristiana Angela Merkel, que la mayoría de los germanos recuerdan con nostalgia, muchos alemanes evocan hasta con rabia aquella época reciente, pero que parece lejana, del respeto mundial hacia Merkel combinado con una época de gran desarrollo económico y social. Ahora han experimentado (como el resto de Europa) el regreso de la inflación que está siendo domada. A nivel popuar muchos han sufrido la pérdida del poder de compra y el aumento e la desocupación.
Tras la pandemia del Covid la desocupación ha disminuido a 8,1 millón de trabajadores en el sector manufacturero. También se ha reducido el número de pequeñas empresas que forman un sostén muy importante a la economía.
En el 2023 se redujo a la mitad la compraventa de inmuebles comerciales y los precios de las casas también registran una caída del sector inmobiliario del 1,5%.
LPero casi el 60% de los alemanes considera que su posición es buena. Solo un 10% la juzga negativamente. Pero en el sondeo ZDF, muy pretigioso, lo que juzgan buena la ituación económica del país llegan apenas al 14%.
El gobierno, con la popularidad en baja
Dos de cada tres ciudadanos bocha la coalición en el poder “del semáforo”- Los tres partidos oficialistas reunen juntos el 30% del apooyo popular y según los últimos sondeos el 79% de los alemnes está insatisfeho del propio gobierno.
El año pasado la industria, que representa el 20% de la actividad nacional, se contrajo el 2% con caídas importante en el sectores químicos y metalúrgicas que habían sufrido mucho la crisis que dejó a Alemania sin la energía que aportaban los gasoductos de Rusia a raíz de la guerra con Ucrania.
inflación galopante que llegó al 6,5% en 2022 en una Europa que vivió con inflación cero durante años, frenadas de la demanda interna y en las exportaciones afectadas por la crisis mundial 2021-2022. El funcionario Ruth Brand dijo que en 2023 “los precios siguieron siendo elevados en todas las fases del proceso económico y frenaron el crecimiento”.
La crisis ha incrementado el pedido cada vez mayor de bancarrotas por parte de empresas industriales.
En la Unión Europea crece el temor de que las dificultades alemanas repercutan en el resto del continente y que sigan congeladas las esperanzas de comienzo de un ciclo de rebaja de las tasas de interés.
La ayuda de Estado de la Unión Europea a sus miembros llegó a 742 mil millones de euros. Alemania recibió 360 mil millones.
El comisario para la Economía de la Unión, el ex primer ministro italiano Filippo Gentiloni, explicó que en el tercer trimestre de 2013 hubo “doce paíes de la Unión con crecimiento negativo y trece con un crecimiento muy bajo”, en total 25 naciones sobre un total de 28.
Los italianos están preocupados porque Alemania es el primer mercado para las exportaciones de la península. En 2022 el intercambio entre ambas naciones llegó a 168 mil millones de euros. La debilidad germana podría contagiar a las industrias italianas más integradas en las cadenas globales del valor.
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