Curaçao, cómo es esta isla de ensueño del Caribe

En cierta noche mágica, el cuerpo, la mente y el alma coinciden en una playa del Caribe, deseando que siempre nos acompañen las buenas energías de Curaçao, con la caricia suave de su brisa marina, el vaivén musical de las olas y la paz de este verano prometedor.

Bajo un manto de estrellas y con los pies descalzos en la arena, llegamos al muelle de madera del hotel sin más objetivo que sentarnos para contemplar la magnética oscuridad.

Entonces descubrimos un fenómeno natural del que nadie nos había hablado jamás: de un momento para el otro, decenas de fogonazos plateados se multiplican en todas las direcciones sobre la superficie del mar. ¡Son peces voladores! Y se expanden por doquier a toda velocidad, protagonizando un sobrevuelo impactante.

¿Cuánto tiempo permanecimos allí, esperando nuevas ráfagas de plata sobre las aguas? Quién sabe. Pero la anécdota será compartida por los huéspedes en la mañana siguiente, cuando el mismo muelle de madera del hotel se llena de tanques de oxígeno, para uso de los practicantes de buceo que se internan en las profundidades desde temprano.

En cambio, la mayoría de los viajeros disfrutamos del abundante desayuno del resort y nos bañamos en el mar calmo, cálido y cristalino, entre peces de colores: a rayas amarillas y negras, grisáceos o con pequeñas «espadas» azuladas, los cardúmenes se observan a simple vista o con la máscara de snorkel.

Todo es dushi en la isla de Curaçao (en español también se escribe Curazao), una palabra que se usa para todo lo que es rico, bonito, agradable.

Precisamente, el papiamento y el holandés son los idiomas oficiales en las Antillas Neerlandesas, donde se habla también inglés, español, portugués y francés, y los habitantes saltan de una lengua a la otra con una facilidad asombrosa.

Para aproximarse más a la historia del lugar hay que tener en cuenta que hasta 2010 conformaban un Estado autónomo integrado por varias islas del mar Caribe (Saba, San Eustaquio, sur de Sint Maarten, Curaçao y Bonaire) y Aruba (autónoma desde 1986).

Y si bien algunas son naciones constituyentes del Reino de los Países Bajos -de allí su impronta holandesa en la arquitectura, el idioma y la comida-, este destino es conocido por pertenecer al triángulo del Caribe sur de las llamadas “islas ABC”, cuyas siglas aluden a sus iniciales: Aruba, Bonaire y Curaçao.

A solo una hora de vuelo desde Panamá y a unos 50 kilómetros de la costa sudamericana, se destacan por estar fuera del cinturón de huracanes, con una temperatura promedio de 27 grados, más de 300 días de sol al año y los refrescantes vientos alisios. Si bien no hay una temporada de lluvias intensas, los meses más secos se concentran de febrero a junio.

Con 444 kilómetros cuadrados y 150 mil habitantes, Curaçao es la más grande de las tres islas y se encuentra entre Aruba y Bonaire, dintinguiéndose por su capital Willemstad, ya que el área histórica, el centro y el puerto fueron declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.

Dividida por la Bahía de Santa Ana, la ciudad tiene a Punda (punta) de un lado, que es la parte comercial más antigua, con su icónica hilera de casas de colores vibrantes que aparecen en todas las postales. Como una pequeña Amsterdam a orillas del canal, no hay un solo turista que no les saque fotos, de día y de noche, a las fachadas del período colonial holandés.

En la otra margen, Otrobanda (otro lado) representa el distrito más residencial y más moderno, pero ambos sectores están conectados por el puente vehicular Juliana y por el famoso puente flotante y peatonal Reina Emma, que les otorga el paso a los cruceros y a los buques de gran porte.

Así es cómo varias veces al día suena un timbre potente y los peatones apuran el paso para despejar el puente movedizo, que se desplaza hacia un costado y luego vuelve a su lugar.

Aun los numerosos cruceristas, que visitan la capital portuaria por unas horas, quedan enamorados de los colores de Willemstad.

Una buena idea para recorrer las calles es alquilar una moto eléctrica, partiendo de la plaza céntrica donde se encuentra el gran cartel de Curaçao: entre edificios públicos, casonas históricas, haciendas, museos, mercados de artesanías, bares, restaurantes y tiendas, el paseo ofrece postales inolvidables con el viento en la cara, la música del guía a todo volumen y un alto en la escultura de corazones donde las parejas dejan sus candados y deseos en la costanera de Handelskade.

Imperdible: dar una vuelta por el barrio donde se respira arte callejero, desde esculturas y murales a todo color, hasta la gran experiencia de asistir a un taller de pintura en Bario Urban Street Food mientras degustamos sabores típicos.

Los curazoleños también recomiendan visitar la Fábrica de Arte de Serena para conocer cómo se elaboran las famosas y coloridas silietas llamadas Chichi, que son pintadas a mano por mujeres locales y que tiene su máximo exponente en la escultura, que se ubica a pocos metros de los icónicos carteles con letras que forman las palabras Curaçao y Dushi.

Acompañados por la Oficina de Turismo local y con una motocicleta Can-Am de tres ruedas, viajamos al otro lado de la isla para vivir un día de playa increíble en Kenepa Grandi.

Instagrameable, es ideal para los amantes del snorkel y de la naturaleza: uno se frota los ojos antes los colores del mar y cuesta creer que exista un lugar así.

Con más de 35 las playas, en Curaçao hay muchas opciones para explorar, hasta que cada viajero decida cuáles son sus preferidas.

Mientras que Jan Thiel Beach y Mambo Beach son las más concurridas -con servicios y lugares para comer-, Kenepa Grandi, Cas Abao, Jeremí o Porto Marí proponen paisajes imponentes.

Pero sin dudas, hay una playa que todos debe conocer: Klein Curaçao es una isla diminuta de 3 kilómetros cuadrados a la que se llega en catamarán.

Deshabitada y sin servicios, tiene un antiguo faro abandonado, un par de naufragios, historias de fantasmas y nidos de tortugas verdes, cuyos ejemplares juveniles y adultos suelen nadar en las aguas cristalinas.

Además de los clásicos deportes náuticos caribeños entre los que se destacan el buceo y el snorkel, los turistas encuentran en Curaçao la posibilidad de realizar paseos en submarino, bajar 5,5 metros en el tubo vidriado de Ocean Lens para observar peces de colores y delfines, participar de una degustación en la destilería del reconocido licor Curaçao, safari en jeep a los parques nacionales y a las cuevas de Hato, o visitar una plantación de aloe vera donde se explican sus propiedades y se venden productos locales de gran calidad.

Los bares y la excelencia gastronómica de los restaurantes completan la amplia oferta de la isla.

En la habitación con vista al mar del Dreams Curaçao Resort, Spa & Casino, el primer día nos esperaba una caja de golosinas típicas curazoleñas, con altas dosis de coco, maní y azúcar. Según la tradición local, se regalan dulces para mostrar aprecio, celebrar o dar las gracias.

Con este dulce recibimiento comenzamos a vivir la experiencia “Sueño paraíso”, gracias a la iniciativa de Curaçao Airport Holding (CAH) y sus directivos Wilhelmus Ignacio, Priscilla Duin-Circkens y Giordano Molina, así como de la radio multicultural Dushi FM, de la mano de Antonella Paladino Chappex y su esposo Gassan Dannawi.

Oriunda de Córdoba, licenciada en Comunicación Social y presentadora, Antonella eligió a Curaçao como destino de vacaciones en 2018 y, al recibir una oferta laboral, decidió seguir un llamado interior, cambiar de vida y quedarse a vivir en el Caribe.

Ya comenzaba a pensar en un proyecto multimedia bautizado “Sueño Paraíso”, pero todo se precipitó en marzo de 2023 cuando se viralizó una entrevista que le hicieron del canal cordobés El Doce a raíz de un partido entre la Selección Argentina y Curaçao.

Ella contó con tanta pasión las bondades de la isla que desde Curaçao Airport Holding (CAH) le propusieron promocionar el destino para vincular Argentina y Curaçao.

En diálogo con Clarín, Antonella destaca la energía de la isla, la gente, las “dushi vibes»: «En la radio usamos el slogan de ritmo, energía y talento. Y creemos que Curaçao tiene todo eso, la calidez de la gente, la cultura, los idiomas, la gastronomía, los deportes, las playas…».

¿Por qué los viajeros tienen que conocer la isla? Antonella no duda: «Es un destino que no está explotado, es un lugar que les va a permitir vivir un antes y un después en la vida porque es absolutamente transformador. Además, es accesible económicamente y lo que uno paga lo vale, por eso mucha gente vuelve. Sueño Paraíso es una experiencia para vivir, para sentir, para que la gente se contagie de estas emociones».

Por su parte, Wilhelmus Ignacio, CEO y director general de Curaçao Airport Holding, cuenta: “A partir de su nota, nos contactamos con ella para trabajar en la difusión del lugar: dónde queda Curaçao, qué tenemos para ofrecer… Y cuando la gente quiere venir, las aerolíneas también».

Según afirma, «estamos enfocados en lograr un vuelo charter directo que esperamos que se concrete en junio, junio y agosto de 2024. Ya hay vuelos directos de Europa, Estados Unidos y Belo Horizonte , Brasil. Ahora esperamos los vuelos con Buenos Aires y Córdoba”.

Cómo llegar. De Buenos Aires a Curaçao hay vuelos con Avianca (vía Bogotá) o Copa (vía Panamá). Según la fecha, el pasaje cuesta desde US$ 1.200.

Dónde alojarse. La oferta de alojamiento es variada: all inclusive, media pensión, casas de alquiler y apart hotel, etc. En Dreams Curaçao Resort, Spa & Casino, la habitación all inclusive, en base doble con vista al mar, cuesta US$ 350, según la época del año.

● Catamarán a la isla Klein Curaçao con Irie Tours, US$ 120.

● Trimotos “Can-Am” de Premium Paradise Tours con guía, US$ 220.

● Motos eléctricas Green Wheels en Willemstad (día completo), US$ 35.

● Paseo en bote Rastamarán de Irie Tours por la costa sur hasta la Bahía Santa Ana en el ocaso, US$ 69.

● Visita al Sea Aquarium, US$ 12; menores de 5 a 12 años, US$ 7.

● Ocean Lens, US$ 59; chicos, 29.

● Jetski Tourrific Curaçao, US$ 120.

● Jeep Curaçao Activities, visita a cueva y playas, US$ 119.

● Jeep + snorkel en playa, US$ 85.

Moneda. Es el florín, pero se aceptan dólares. 1 US$ equivale a 1,75 florín.

● Instagram: @sueñoparaiso.oficial