La historia -suele sentenciarse- la escriben los que ganan, y Godoy Cruz, después de un largo desempate de 20 penales, perdió con Platense y se quedó sin final de la Copa LPF. De los ganadores ya nos ocuparemos; sin embargo, esta vez rescatamos méritos de un personaje que este sábado perdió.
Toda la vida futbolística contemporánea del Tomba está ligada a Daniel Oldrá. Casi se diría que está en el club desde que nació, y ha conducido proyectos de divisiones inferiores, reservas, dirección deportiva integral. Sumando diversos interinatos y algunos períodos más estables, Oldrá lleva nueve ciclos dirigiendo a la Primera.
Cuando tomó este último, el equipo estaba 17° en la Liga Profesional y 19° en la tabla anual. Este diciembre lo cerró entre los cuatro mejores equipos de la Copa LPF, 5° en la tabla anual y en espera de la final de este último certamen para saber si jugará Copa Libertadores o Copa Sudamericana.
No hay en Oldrá ninguna estridencia ni lo persiguen los flashes; es un entrenador “jugadorista”, que confía y exprime al máximo lo que tiene y no pide ninguna cosa extraña. Su equipo juega simple, y bastante bien cuando lo dejan. El hombre es feliz en Godoy Cruz, que es su lugar en el mundo, y continuará al frente del plantel el año próximo.
La historia la escribirán los que ganan y justamente, el que esta vez le ganó es un entrenador a quien le dieron su primera oportunidad para lanzar su carrera en Godoy Cruz, cuando Oldrá era el director deportivo. Allí contrataron a Martín Palermo, que años después tomó la dirección técnica de Platense para sumar puntos que lo alejaran de los puestos de descenso y, casi sin darse cuenta, lo condujo a su primera final por un título de Primera División.
De esa historia se seguirá hablando, y mientras Oldrá, modestamente, seguirá escribiendo la suya.
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