Letizia se reconcilia con Felipe Varela en su viaje de Estado a Dinamarca
Veinte años antes, a la misma hora en que los Reyes descendían este lunes del avión que les trasladó a Copenhague, Felipe y Letizia se presentaban cogidos de la mano ante la nube de periodistas que se congregó en el Palacio del Pardo para ser testigos de su compromiso matrimonial. De aquel «déjame terminar a mí» de la periodista al príncipe de Asturias que tanta sorpresa causó en su día ya no queda nada. La Letizia que este lunes inició un viaje de Estado a Dinamarca hace tiempo que dejó atrás la espontaneidad. Ahora es una reina con porte regio que, sin embargo, no ha perdido su capacidad para sorprender. Boquiabiertos dejó a muchos en su estreno ante la realeza europea una semana antes de convertirse en princesa, en la boda de Federico y Mary, estos días anfitriones junto a la reina Margarita de los reyes de España. Aquel Lorenzo Caprile rojo forma parte de la historia.
Dinamarca supuso también su estreno como reina a nivel internacional, con motivo del 75 aniversario de la hoy soberana que más años lleva en un trono, va camino de los 52. Entonces dejó huella estrenando la tiara Princesa que le había regalado Felipe con motivo de su quinto aniversario de boda.
Para su primer día en Copenhague, doña Letizia se presentó vestida de rojo –zapatos y bolso a juego– y abrigo blanco, en homenaje a los colores de la bandera danesa; y sin tocado. Los Reyes fueron recibidos a pie de pista por la reina Margarita y los príncipes herederos; las dos damas llevaban sombrero.
Tiara flor de Lis
Pero el plato fuerte llegó ya entrada la noche, en la cena de gala ofrecida en el palacio de Christiansborg. Allí, don Felipe y doña Letizia lucieron las bandas de la Orden del Elefante, la más importante de Dinamarca y con la que Margarita había agasajado horas antes a los reyes de España. Esta banda, de color azul, tiene la particularidad de que se coloca en el hombro izquierdo y se apoya en la cadera derecha, al revés que el resto de órdenes europeas. La Reina la llevaba prendida con el broche de flor de Lis de su tiara Princesa sobre un vestido azul noche, de cuerpo de tirantes pegado y falda abullonada, que en su día confeccionó para ella Felipe Varela, quien durante años fue su diseñador de cabecera y ahora parecía desterrado de su armario. Se colocó la tiara flor de Lis, la más imponente de cuantas dispone en Zarzuela, y una de las pulseras gemelas pertenecientes a la reina Victoria Eugenia y, como pendientes, unos de brillantes y zafiros de la reina Sofía.
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