Llegó envuelto en escepticismo. “Bienvenido al Rey de Copas”, fue lo primero que escuchó en su conferencia de prensa de presentación. El 22 de agosto, Carlos Tevez firmó su contrato con Independiente hasta el 30 de junio de 2024. Asumió el riesgo de tomar el timón de un equipo que parecía dirigirse sin escalas ni anestesia a un naufragio: el Rojo acumulaba apenas 18 puntos en la tabla anual y se encontraba en zona de disputa de un desempate con Huracán y Colón para definir qué equipo perdía la categoría. “No soy un técnico de la casa y por eso sé que siempre voy a estar en observación para los hinchas”, reconoció Carlitos.
En poco más de dos meses logró modificar el clima que imperaba en la institución. E Independiente pasó de mirar con temor la tabla de abajo a ilusionarse con pelear por objetivos más auspiciosos. El sábado pasado, con el triunfo ante Atlético Tucumán por 2-1 en el esadio José Fierro, el Rojo alcanzó la meta de asegurarse la permanencia en la máxima categoría. Y ahora apunta a terminar entre los primeros cuatro de la Copa de la Liga para clasificar a los play off, con la intención de dar pelea hasta el final del campeonato.
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Las claves del cambio
Tevez todavía no fue ovacionado por los hinchas del Rojo pero, en silencio, se ganó el respeto de los fanáticos. El entrenador le cambió la cabeza a un plantel que salía a la cancha desahuciado y contagiaba impotencia. Convenció a los futbolistas de que, con la materia prima disponible, es posible pelear el torneo. Tomó decisiones fuertes, como sacar al goleador del equipo, Martín Cauteruccio, para apostar por una dupla de ataque compuesta por Matías Giménez y Alexis Canelo. Se recostó en el liderazgo de tres pilares: Joaquín Laso, Federico Mancuello e Iván Marcone, a quien le depositó su confianza y le ratificó la capitanía en un momento en que le llovían cuestionamientos. No se casó con ningún esquema y tuvo versatilidad táctica: empleó el 4-3-3, 5-3-2 ó 4-4-2 dependiendo del rival de turno y las circunstancias. Dispuso entrenamientos de alta intensidad y a muchos jugadores les costó adaptarse a su ritmo de trabajo, pero con mucho rigor logró mejorar la condición física de sus dirigidos. Y bajó línea con un mensaje que fue bandera y definió un estilo: “La mejor manera de alejarse de los puestos de abajo es armando un equipo que asuma el protagonismo”.
Carlos Tevez charla con Rodrigo Rey. (Foto: Prensa Independiente)
Luego del encuentro del domingo ante Banfield, Tevez aprovechará el parate del fin de semana siguiente, por elecciones nacionales y fecha de Eliminatorias, para realizar una mini pretemporada. Su idea es que el plantel llegue en las mejores condiciones desde el punto de vista físico para la recta final del año, en la que el Rojo podría tener que disputar encuentros de eliminación directa en la Copa de la Liga. Si bien el cuerpo técnico había analizado la posibilidad de realizar esos trabajos fuera de Avellaneda, finalmente utilizarían el predio de Villa Domínico.
Independiente ganó seis partidos por torneo, empató cuatro y perdió uno desde la llegada de Carlitos, con 13 goles a favor y apenas siete en contra. En el medio le ganó el clásico de Avellaneda a Racing en el Cilindro (2-0). Tevez cambió el escepticismo inicial por entusiasmo. De aquella bienvenida al Rey de Copas pasó a ilusionar con devolver al Rojo al plano internacional.
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